LAS ARENAS Y EL RÍO (Cuento Sufi: Idries Shah)

El río sabia cual era su destino. Sabía que tenía que llegar a una «gran agua» de la que había oido hablar y que otros ríos del mundo hallaban su acogida.
El lugar dónde se encontraba nuestro río, se interponía un imponente e implacable gran desierto.
El río a pesar de su gran caudal no podía avanzar.
Era desesparante. Nuestro río estaba desolado pensando que nunca podría alcanzar su destino.
Hasta que escucho una voz que le susurraba desde la inmensidad del desierto: Debes pedir ayuda al viento, dejarte llevar por sus alas; el puede llevarte al otro lado del desierto.
El río tenía miedo. Temía perder su identidad como río, dejar de ser el mismo ¿Cómo un río puede compararse con el vapor de agua,sin que nadie sepa de dónde viene, ni quién es, ni a dónde va?
Finalmente el río se dejo llevar por el viento. Fue absorbido y remontado al espacio y se sintió ligero, etéreo, liberado de la tierra. Cuando miró hacia abajo supo que gracias a haberse transformado en nube y a haberse dejado despegar de la tierra llegaría a su destino.
Cuando de nuevo cayó del cielo en forma de lluvia, formó otro río en otro pais lejano, la gente no le reconocia; nadie conocía su historia ni su verdadero origen.
Pero el río sabía que había logrado superar las dificultades del desierto, que había transitado a su través llevado en las alas del aire, y que no sólo seguía siendo el mismo sino que además ahora podía alcanzar su destino.
Muchas veces no valoramos todo nuestro potencial acumulado en todas nuestras vivencias y afrontamientos. En la vida a veces nos sentimos ante un gran desierto que absorbe todas nuestras energías y posibles estrategias. Sintiendo pena por nosotros mismos.
Hasta que tomamos consciencia y tenemos fe en nuestros valores, dandonos la oportunidad al cambio; para hacer esa transformación que el desierto nos invita y ante la cual hay que tomar una decisión.
Sabiendo que nunca perderemos nuestra esencia
Rosario Arratta
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